26/04/2024
Opinión

El Evangelio según Soraya

El mes pasado, Soraya Lara recibió el Premio a la Mujer del Año 2015 de Diario Libre, y yo me preguntaba, al conocer la noticia, cómo era posible que no se le hubiera otorgado antes.

Soraya lleva más de un decenio predicando el evangelio de los buenos tratos a través de los medios de comunicación y educando a través de la acción en el Patronato de Acción Contra las Mujeres Maltratadas (PACAM).

El PACAM ha ido sembrando la semilla de la paz por más de una década, y, sin embargo, unas 200 mujeres han sido asesinadas cada año, como promedio, en el último decenio.

Esta cifra alarmante es cómo para pensar que Soraya, como Montesinos, ha sido una voz que clama en el desierto. ¿Pero cuántas asesinadas más tendríamos cada año si no fuera por la labor evangelizadora del PACAM?

No hay hombres en el entorno cercano de Soraya y sus compañeras de PACAM que no hayamos sido reeducados, quizás no al 100%, como ellas quisieran, pero, poco a poco, “cogemos y dejamos”, el mensaje va sedimentando. Si ellas no apuntarán a la luna, no alcanzarían nunca la paloma de la paz.

Antes de la existencia del PACAM, en República Dominicana no había un debate extendido sobre el tema de la violencia de género y los asesinatos de mujeres no eran titulares de primera plana de forma regular.

Podría decirse que había una baja difusión porque hace 10 años no había tanta violencia doméstica, pero sostengo la hipótesis de que, más bien, el problema carecía de visibilidad en los medios de comunicación dominicanos.

Esta mala práxis no era exclusiva nuestra, pues tampoco en Estados Unidos –por poner un referente elocuente– se difundían esas tragedias, hasta que la celebridad O.J. Simpson se vio envuelto en el asesinato de su esposa Nicole Brown y su amigo Ronald Godman.

Hoy día, los medios dominicanos divulgan estos crímenes, por fortuna –para movilizar la acción social– y desafortunadamente –porque no quisiéramos que ocurrieran esos hechos que nos conmocionan.

La difusión de estos hechos es un avance, pero nos queda una largo camino para mejorar su divulgación periodística de manera que –inadvertidamente- no se propicie su “normalización” –que veamos estos crímenes como parte del paisaje cotidiano-, ni su “viralización” –que otros hombres sigan el ejemplo de los asesinos–.

Estos riesgos son reales, como lo evidencia el hecho documentado de que cada vez más hombres jóvenes asesinan a sus parejas o a su ex parejas, igualmente jóvenes o más jóvenes que ellos. La violencia doméstica va en aumento y, al mismo tiempo, bajando de edad.

Hace falta más cobertura y no solo más difusión de estos hechos. Cuando el reportero acude al lugar de los hechos y el medio no se limita a difundir la nota policial, el periodista toca más aristas del problema y tiende a contextualizar el problema.

El reportero tiende a mostrar el drama de los niños que quedan huérfanos o traumados, la insuficiencia de la acción y la prevención judicial, la complicidad social por omisión (“no me meto en pleito de marío y mujer”), entre otros daños colaterales.

En la buena cobertura de los feminicios se desnuda el drama de la pobreza y la desigualdad –socioeconómica y de género-, sin que por ello querramos decir que la violencia doméstica sea exclusiva de los estratos pobres de la población. Entre los ricos también se da, pero el silencio cómplice es mayor.

Nos queda pendiente entrenar a nuestros reporteros en la detección de la carga semántica que revictimiza, esto es, cuando se asesina también la reputación de la víctima, porque se sugiere el juicio tipo “ella se lo buscó”.

Ni los feminicidas ni el lenguaje son inocentes. Cuando se titula, por ejemplo, “asesinato por violencia machista” se toma partido; se es, ciertamente, más objetivo cuando titulamos “hombre mata a su esposa”. Pero en los casos de violencia doméstica, un lenguaje neutro es un lenguaje cómplice.

Contra lo que se enseña en las escuelas de periodismo, a veces lo ético es tomar partido.

Artículo escrito por Melvin Peña

Melvin Peña es un consultor de negocios en temas de comunicación, marketing e innovación. Ha trabajado para 25 de las empresas más admiradas de República Dominicana en 15 sectores diferentes. También tiene una amplia experiencia como consultor en el sector público, organismos internacionales y empresas multinacionales. Es presidente de la firma Comunicaciones Integradas.

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