26/04/2024
Opinión

Con orgullo ¡sancarleño!

Estudié en el Colegio José Martí, ubicado en la calle del mismo nombre, del Barrio Mejoramiento Social. A finales de la década del 60, mi mamá había comprado a crédito un televisor a blanco y negro de la marca Admiral, que costó 110 pesos y pagaba religiosamente cada mes con su modesto salario de enfermera del gobierno. Un hecho que asocio a esa época, la llegada del hombre a la Luna. Cada viernes, mi hermano y yo cantábamos a dúo, incluida una torpe corografía: “La playa estaba desierta, el mar bañaba sus pies para que nadie pudiera tocarte…María Isabel”. Es lo que recuerdo de esa linda época!

Villas Agrícolas. No recuerdo el año, pero “aterrizamos” en la casa #83 de la avenida Pedro Livio Cedeño, de Villas Agrícolas. Se desarrollaban los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe. La delegación cubana pasaba bien temprano cada mañana y algunos de sus atletas vociferaban el nombre de un vecino gay que teníamos. ¡Oscar…! Y nuestro vecino, gritaba : “Los quiero…..”.

Guardo lindos recuerdos de mi paso por ese importante sector de la capital. Como olvidar a don Ramón y sus tres hijas. A Polita, Mireya, YinYa, el Negrito Five, José Lora, Alba, Aida, un perro llamado Rayder, que murió de alegría…a Tuto, Pachi, Randor, Caballón, Víctor Bemba…el Inglés, la casa de citas de Querida…a Lando, que vendía piezas usadas de vehículos. Cómo olvidar el cine Ketty. Viviendo en ese barrio, nació mi amor por el fútbol, conocí al Rey Pelé y viajé por primera vez a mi amado Hato Mayor. Viviendo en ese barrio, estudié en dos ocasiones en el Colegio San Elías y también en el Sagrado Corazón de Jesús, de Villa Juana. Llegada la adolescencia, me inscribí en el Liceo Unión Panamericano. Un buen día, nos mudamos para San Carlos!

San Carlos de Borromeo. Fue a principios de los 80, cuando “desembarcamos” en la calle 11 de Julio, de San Carlos. Es una callecita bastante corta de gente laboriosa y solidaria. El sector no me era extraño, pues, una tía muy querida vivió mucho tiempo en la calle Enriquillo de San Carlos. Mi tía fue un ángel y una vez me dijo que no me preocupara si mi mamá fallecía que ella nos cuidaría. Solo tengo un hermano….Que puedo decir de San Carlos, allí crecí, me hice profesional y conocí el amor.

Aunque hace una década que vivo fuera del barrio, cada mañana paso a saludar a mi amada Doña Mecho. Aunque no hablo mucho con los vecinos me siento #orgullosamentesancarleño. Al terminar estas líneas no puedo dejar de llorar. Mi corazón tiene los colores del club. Mi corazón tiene un especial ritmo porque hasta el último día de mi vida seré #orgullosamentesancarleño. ¡Gloria a Dios!

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