19/04/2024
Espectaculos

Para qué sufrir si tenemos a Natalia Lafourcade

Natalia Lafourcade se hizo verbo mucho antes que el sustantivo. Le bastaron 30 años o quizás un poco menos. Pero para qué puede servir el tiempo si no más que para vivir. Nació en ese México tan incomprendido, tan volátil y culturalmente variopinto.

No la conocía, digo, su música. Más familiar me era el acordeón pop de Julieta Venegas que –coincidencialmente– llegó de repente por nuestros ámbitos camaleónicos. Dos artistas muy distintas, con una nacionalidad en común. De pronto, Natalia se metió hasta la raíz, con su álbum homónimo que suena a balada onírica, y mastica la melodía como si fueran palomas blancas.

Es probable que hasta la semana pasada, con la entrega número 16 del Latin Grammy, solo algunos conocieran su música. Sus cuatro galardones puede que la colocaran por vez primera en la retina de muchos ojos y en los oídos ensordecidos por la música de garage.

Salvando las distancias, Natalia es nuestra Adele… en un sentido figurado. Las figuras que dibujó la mexicana fueron «construidas» sobre una zapata tan sólida como el sentir ideológico que sustentó la revolución de Emiliano Zapata: «Esta historia terminó, no existe/ lo que un día construimos, se ha esfumado/ pareciera que es más fácil dejarnos/ pero eres un fantasma conmigo caminando. No creas que no valió la pena…/ y así se van degranando las letras del romanticismo iletrado que aturde al incrédulo.

Hasta la raíz es un álbum de lujo. Literalmente. Todo lo que suena allí estuvo edulcorado con miel de la realeza artística mexicana. México tiene su gracias y su garbo, que se manifiesta de manera intermitente y ahora toca turno a una nativa que lleva en alto algo más que su bandera.

Son canciones que nunca se las llevará el viento: «Mi lugar favorito» (una de mis favoritas), «Antes de huir», «Ya no te puedo querer» y «Para qué sufrir» describen las líneas que arropan y acurrucan el despecho y la rabia por lo que pudo haber sido y nunca será. Eso para algunos.

Para nosotros, Natalia Lafourcade llegó en un momento inesperado, pero para el que esperábamos lo mejor, como siempre, de aquella música que a manera de recete se salta el protocolo y nos ubica en el centro de la calidad que con el tiempo perdurará por los siglos de los siglos. Larga vida, Natalia.

Artículo escrito por Máximo Jiménez

Periodista, crítico de cine. Ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (2011-2013), autor del libro «La gran Aventura de la bachata urbana» (2018).

Comentarios