29/03/2024
Opinión

El Nuryn Sanlley y la insoportable ingratitud de la clase artística

En poco menos de un año, desde que se inauguró el 28 de enero de este año, el Anfiteatro Nuryn Sanlley se convirtió en el escenario idóneo para presentar conciertos y espectáculos en el Gran Santo Domingo. Con capacidad para aproximadamente 1,900 personas, sus confortables instalaciones, con camerinos de lujo, parqueo, ubicado en una zona céntrica y precios sumamente manejables para los empresarios y productores, se tradujeron en un éxito casi instantáneo para este nuevo aforo capitalino.

Desde su apertura hasta la fecha, casi todos los productores tuvieron éxito en sus diferentes propuestas. En su primer mes, dada la positiva respuesta del público, se agotaron las fechas para el 2015, ya que alrededor de 15 empresarios separaron sus espacios para subir a ese escenario a artistas de primer orden de la selecta cartelera latinoamericana.

El pasado sábado, por ejemplo, se presentó allí el cantautor colombiano Santiago Cruz, quien con su romántica y envolvente propuesta resonó en la redacción del influyente CNN que se hizo eco de su resonante acogida en República Dominicana. Ya el Nuryn Sanlley es un escenario que incluso trascendió nuestra frontera. Y todo para orgullo del país, como lo fue también, la edición del 2014 de Brillante Navidad –que se celebra en el mismo Parque Iberoamérica– elogiada por la Unión de Ciudades de Capitales de Iberoamérica (UCCI).

Debemos descartar que el Anfiteatro Nuryn Sanlley se levantó donde antes estaba la Cueva Santa Ana, donde se celebraban actividades artísticas sobre los altísimos riesgos de seguridad propio de un lugar con una sola entrada/salida. El lugar fue construido a partir de estudios y diseños dispuestos por la alcaldía del Distrito Nacional, y su principal ejecutivo, Roberto Salcedo.

Antes de su apertura y desde que entró en operaciones, algunos residentes del sector La Esperilla, levantaron su voz contra este nuevo escenario. Con razón o sin ella, tras varios meses de su incansable oposición, llevaron el caso a los tribunales, que fijó para el 4 de este mes una audiencia, a partir de un recurso de amparo con el que buscan que se cierre este aforo que ha sido una gran alternativa para los ciudadanos del Distrito Nacional.

ARCHIVO. En foto del 1 de diciembre de 2013, el presidente Danilo Medina y la primera dama, Cándida Montilla de Medina, sonrientes durante el recorrido por el Parque Iberoamérica tras la inauguración del proyecto "Brillante Navidad". Estuvieron acompañados del alcalde Roberto Salcedo, su esposa Angélica Sanz e invitados. | Presidencia

ARCHIVO. En foto del 1 de diciembre de 2013, el presidente Danilo Medina y la primera dama, Cándida Montilla de Medina, sonrientes durante el recorrido por el Parque Iberoamérica tras la inauguración del proyecto «Brillante Navidad». Estuvieron acompañados del alcalde Roberto Salcedo, su esposa Angélica Sanz e invitados. | Presidencia

La voz cantante resonaba apenas a cuesta de dos intérpretes que se echaron encima el caso. Sus melodías endulzaron un coro que maldecía casi de manera irracional este anfiteatro.

Pero más que esa férrea oposición –con una buena dosis de las delicias que solo se pueden degustar en el banquete que sirve la campaña electoral– lo que retumbó en los oídos de mucha gente fue el ruido que producen los artistas cuando callan. En poco más de una década cubriendo las incidencias de la agenda artística dominicana (y la internacional en parte), siempre he escuchado sobre el insoportable nivel de ingratitud que caracteriza a estos personajes del arte y la cultura.

Pocos, para no pecar de absolutista, fueron las figuras del arte y el espectáculo que salieron a defender el Anfiteatro Nuryn Sanlley durante este forcejeo mediático que llevó a las autoridades de la alcaldía del Distrito Nacional a suspender, a partir del 10 de octubre, todas sus actividades hasta tanto se logre una solución que reduzca las «molestias» que suponen las presentaciones de conciertos y shows en este lugar.

La alcaldía del Distrito Nacional –que tiene en el Parque Iberoamérica un área ejemplar que debe servir de parámetro para los ayuntamientos de la provincia, para no irnos al interior del país– siguió en silencio su laboriosa agenda de trabajo desde que inauguró en enero del 2014 este anfiteatro. Entre un recurso de amparo constitucional y el incomprensible silencio de sus principales beneficiados, el Nuryn Sanlley baila en el medio en una fiesta cuyo fin asoma en el horizonte, debatiéndose entre un cierre absurdo que muchos lamentarán si el mallete truena en su contra.

Artículo escrito por Máximo Jiménez

Periodista, crítico de cine. Ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (2011-2013), autor del libro «La gran Aventura de la bachata urbana» (2018).

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