25/04/2024
Opinión

Tres historias de un oficio que una vez fue digno

1. Luego de la Semana Santa de 1993 y recién casado, decidí convertirme en periodista y así poder ayudar con los gastos familiares a mi sureña y joven esposa. Hablé con una amiga que trabajaba en un matutino para aplicar por una plaza. Habló con los ejecutivos de ese medio y la diligencia fue positiva. Observaron las habilidades y decidieron nombrarme. Durante un año cubrí varias fuentes: la Policía Nacional, la Junta Central Electoral (García Lizardo era el presidente y Julio Brea Franco, el director de Elecciones); y los recorridos en la capital de Peña Gómez. Estaba contento con mi primer trabajo como periodista.

Mi sureña y joven esposa estaba feliz, se había casado con un periodista que gustaba de contar historias y hablaba como un mártir. Era una especie de Capitán América. Todo iba bien, cobraba poco, pero era feliz! No sé si un buen o mal día, producto de la euforia que me provocaba el proceso electoral, decidí organizar unas votaciones con los compañeros de la redacción del periódico El Caribe. Eran muy pocas las boletas. Germán Emilio Ornes, director de ese medio, quería votar. No alcanzaron las boletas.

Nunca olvidaré que un sábado 14 de mayo de 1994, el candidato presidencial perredeísta vociferó de forma enérgica que había ganado todas las encuestas de preferencias y “hasta en El Caribe”. Ornes fue muy crítico con la gestión de Peña Gómez cuando fue síndico de la capital. Mi caro amigo, Franklin Puello, cuando escuchó a Peña Gómez decir eso, me susurró la frase: “Monclús, te jodiste, te cancelaron”. Mi bella esposa sureña, dejó de sonreír. No odio a Peña Gómez, pero provocó mi primera cancelación e inició mi particular vía crucis por los medios… aclarando, puntualizando….!

2. Luego de esa funesta experiencia, inicio en el 1995, mi carrera como periodista de la televisión. Por recomendación de una ex compañera de universidad, comienzo a trabajar en Televida, un canal católico, cuyo principal ejecutivo era el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez. Allí comencé como redactor y alcancé, con el paso del tiempo y con mucho sacrificio, la subdirección de Prensa. Me dieron la oportunidad de opinar. Hablé de todo y nunca nadie me censuró.

El paso del huracán Georges (1998) me dio la oportunidad de producir y conducir un espacio del canal que se llamó «Tiempo interactivo», donde la gente participaba con llamadas telefónicas. Durante dos años desarrollamos una interesante labor de orientación ciudadana. “Buenas tardes, buen provecho”, era la frase ancla para interactuar con los televidentes. Por la forma de ese programa recibí dos ofertas de trabajo. La primera de César Medina, el periodista-embajador y de Fernando Hasbún y la popular Cadena de Noticias de Unicentro Plaza.

Mi sureña esposa, seguía siendo joven pero no lucía feliz con mi trabajo. Poco a poco comencé a dejar de ser su Capitán América….Una vez me dijo: “Monclús, eres un desconsiderado”. En verdad, no sé qué dije en la televisión…y como se lo contaron! Con César Medina duré 28 días, el mismo tiempo que duró Miguel Guerrero trabajando con Leonel Fernández. Luego de dos años laborando con Hasbún y luego de entrevistar a médicos, astrólogos y músicos, le dije que me cancelara porque ese periodismo ligero no era mi mayor aspiración…no se lo pensó! Y nuevamente desempleado. Cada vez se apagaba más la sonrisa de mi bella esposa sureña.

3. Luego de trabajar como relacionista público durante el tercer gobierno de Leonel Fernández, decido regresar a la televisión de opinión. Bebeto estaba en su mejor momento, producía un programa muy popular en Digital 15 y los Años Dorados era una marca establecida. Había decidido aceptar al Señor y convertirme en un seguidor de Cristo. Grupos populares organizaron una huelga general. Bebeto decidió aprovechar el momento y dedicar un tiempo de producción a la huelga.

Félix Victorino y este servidor decidimos recibir llamadas y comentar lo que estaba sucediendo. Los dominicanos del exterior se expresaban con libertad. La gente de aquí hacía lo propio. Criticaban al gobierno de Leonel Fernández. El Palacio no estaba contento con el rumbo del programa especial y los ejecutivos ordenaron suspender la transmisión en vivo y pasar un especial con la merenguera Miriam Cruz. Salimos del Grupo Telemicro y fuimos a parar a Supercanal.

Ya mi bella esposa sureña no mira la televisión dominicana y mucho menos si estoy hablando de política. La intolerancia se ha robado lo mejor del periodismo sano e independiente que había en mí. “Tiempo interactivo” y “Presuntos implicados”, dos propuestas que me han hecho felizmente periodista, están fuera del aire, buscando un samaritano o un buen cirineo que ame la libertad de prensa y respete el derecho a la palabra….Tengo que tatuar al Señor en mi mirada….para volver a disfrutar un oficio que era tan digno… PD: “Yo me quedo con esas cosas tan dignas, tan hermosas, con esas yo me quedo”, Pablo Milanés.

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