25/04/2024
Espectaculos

Crítica musical al LP «El papelito blanco» (1967), de Johnny Ventura

El elepé El papelito blanco pertenece a una época fundacional en la que Johnny Ventura se mantuvo fiel a un estilo que hasta el 1967 no experimentó cambios significativos. Canciones producidas sobre la base de un criterio que cerraba cualquier brecha a la experimentación: más bien todo se apegaba categóricamente a ofrecer un poco más de lo nuevo que surgió en el 1962.

Un disco que transita en el radar de los ritmos tropicales, fuera del alcance del boogaloo, por ejemplo, tan presente en las producciones previas. El artista justifica por partida doble su predilección por la pieza instrumental: antes apostó a una selección y aquí se decanta con una insufrible versión del clásico cinematográfico El bueno, el malo y el feo, del célebre compositor italiano Ennio Morricone, y otra más que prescindible de Nathalie.

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El nombre del talentoso pianista y arreglista Sonny Ovales empieza a abrirse camino en la música, y escribe junto al saxofonista Crispín Fernández el guaguancó Ya llegué, que interpreta Luis Sánchez. Canción que sintoniza con la guaracha El muñeco de la ciudad –con la participación especial de Rico López–que prepara la pista para la Bonriqueña, una bomba autoría del propio Ventura, que inaugura su incursión discográfica en un terreno inexplorado.

Los seguidores del combo reciben el sonido original del merengue que dimensionó a la figura. Inicia con El papelito blanco, sigue con la Salve sabrosa que compuso e interpreta Luis Sánchez, sin duda, el complemento con un peso considerable en la primera etapa de la orquesta. «Pégale duro Ramón, que yo la voy a cantar, porque mi salve con salsa, todos la quieren bailar. Con la tambora y la güira, el bajo y el acordeón,  así se baila mi hermano esta salve con sabor». Mira a ver si puedes es un pambiche gracioso que redondea la versatilidad de Johnny, siempre interesado en explorar los estilos clásicos del género.

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Es así, como diría Johnny, que el artista tributa a Miguel Matamoros con una versión apreciable del clásico Son de la loma. Con el tiempo, una canción que conserva y reivindica los estándares de su mejor propuesta artística y sus incomparables registros interpretativos. Luis Sánchez aprovecha el guaguancó Desorbitado para elevarnos el sentido auditivo.

Si los instrumentales El bueno, el malo y el feo Nathalie marcan el tono de desequilibrio en el cancionero que conforman ambos lados de este elepé, El gago es una canción igualmente prescindible, que atiza la pesadez por su monotonía lírica. En definitiva, El papelito blanco mantiene en alerta el buen olfato musical de un Johnny Ventura en pleno desarrollo artístico.

Artículo escrito por Maximo Jimenez

Periodista, crítico de cine. Ex presidente de la Asociación de Cronistas de Arte (2011-2013), autor del libro «La gran Aventura de la bachata urbana» (2018).

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