20/04/2024
Cine

Crítica: «La Batalla de los Sexos»

La década de los años 70 en Estados Unidos fue una época convulsa, violenta y de grandes cambios.

En aquellos tiempos nos sólo tuvieron lugar la Guerra de Vietnam, la crisis de los rehenes en Irán o el escándalo Watergate que precipitó la renuncia del presidente Richard Nixon, sino también un partido de tenis lleno de controversias, expectativas y una enorme publicidad, que se constituyó en uno de los más memorables y significativos acontecimientos de aquel decenio.

Se estima que unos 90 millones de espectadores alrededor del mundo vieron el encuentro por televisión, 50 millones de ellos solo en Estados Unidos, entre el antiguo campeón Bobby Riggs, de 55 años –a la sazón retirado de la competencia– y la número 1 del tenis femenino en aquel entonces, la hoy legenda Billie Jean King, de tan sólo 29 años.

Aunque hoy tenga visos de locura, el resultado de aquel partido sorprendió a muchos, sobre todo dentro sexo masculino. Aquella fue la época en la que se produjo un despertar en la conciencia colectiva de las mujeres, el feminismo floreció y el liberalismo explotó, al tal extremo que una de las más populares y exitosas películas del año 1972, era de carácter pornográfico y llevaba por título “Deep Throat”.

Pero aquel movimiento de liberación e igualdad de derechos no corrió solo. Los hombres, cuya representación se auto asignó el pintoresco y locuaz tenista Riggs –la filosofía operativa de estos podría resumirse en el postulado de que las mujeres solo podían desempeñarse con eficiencia en la cama y en la cocina– opusieron una ardua lucha.

Sin embargo, la película La Batalla de los Sexos, no trata de educar a nadie ni de dejar un mensaje o de llegar más allá de donde sus posibilidades le permiten.

El film se centra fundamentalmente, pese a que también toca la chocante vida sentimental de King, en la recreación de un hecho que traspasó las fronteras del deporte, y como consecuencia de ello o en parte debido al alud publicitario que recibió, y también como un reflejo de la lucha por la igualdad que libraban las mujeres, se denominó “La Batalla de los Sexos”.

Todo era parte de un ‘show’ o de una chauvinista exhibición a la más grande escala que el bocazas de Riggs orquestó no solamente para demostrar una vez más el ‘poderío’, la hombría y la ‘superioridad’ del hombre sobre la mujer, sino además para de paso hacerse él con unos pingues beneficios.

Con lo que Riggs no contaba, de todas formas, era con la determinación, el talento y sed de justicia e igualdad que impulsaba a King, quien ya había iniciado una revuelta contra la asociación nacional de tenis por pagarle ocho veces más a los tenistas masculinos que el pago que recibían sus contrapartes femeninas.

Dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris (el mismo equipo de “Little Miss Sunshine”), el film, aunque en principio refleja un estilo un tanto documental entretiene y divierte sin prisa, pero con la precisión de un guion bien escrito por Simon Beaufoy –‘Slumdog Millionaire’–   y unos personajes vistos sin la rigidez de la diatriba, el odio o la maldad.

Es por que en ambos casos, los hombres versus las mujeres, son tratados con un sentido de indulgencia que no interfiere con el fundamento narrativo del film, en virtud de que lo que importa en definitiva, es el partido de tenis, y no la vida personal de los protagonistas.

En ese sentido, Emma Stone luce correcta como la tenista King, y pese a que no hay nada extraordinario en ella, refleja al menos el adecuado balance de dureza y sensibilidad.

Quien llama más aún la atención es un Steve Carell que convincentemente interpreta a Riggs con un aire de bufón dueño del escenario que indudablemente atrapa al espectador. Precisamente, ese sentido de chanzas es el que al final termina por definir el tono de la película, que se balancea entre el drama ligero y la comedia suave. El resto del elenco está perfecto para una biografía deportiva que sólo busca divertir sin mayores aspiraciones.

Muy buena ambientación de los años 70, eso sí, en la que destacan (música, peinado, vestuarios, etc), y por supuesto, una hermosa fotografía. Llama la atención también el montaje del partido de tenis, con sus brillantes colores en el Astrodome de Houston.

Los dos mejores momentos del film son primero, cuando Bobby sabotea con un discurso recriminatorio una reunión de Jugadores Anónimos, y luego, casi al final cuando el hijo de Bobby se detiene en el tope de una escalera eléctrica y de improviso le dice a su padre que prefiere ver el encuentro por televisión, en lugar de hacerlo en persona. Bobby reacciona contrariado y en principio no sabe qué responder. La cámara lo toma, primero caminando en sentido contrario, y después alejándose mientras desciende y cada vez se ve más pequeño hasta que finalmente desaparece del ángulo de visión.

Esta es una forma elegante y simbólica de transmitir el resultado del crucial enfrentamiento, el cual dicho sea de paso, sabemos de antemano por tratarse de un hecho histórico. Pero el recurso es válido, y de ningún modo le resta fuerza al film.

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