19/04/2024
Cine

Los siete magníficos

¿Cuál es el propósito de hacer una nueva versión de un viejo film? Si tan solo el paso del tiempo es lo único que se toma en cuenta, en lugar de un genuino interés por explorar nuevas rutas o un enfoque diferente de una misma historia, entonces el resultado podrá ser muy bien como el de este remake: decepcionante y a sólo un ‘click’ de la mediocridad.

La intención de hacer un remake de Los siete magníficos (1960), o más propiamente dicho de la idea central de Siete Samurai (1954), una de las grandes películas del maestro Akira kurosawa y que es la historia original en la que se basan las dos versiones Norteamericanas; al parecer nació viciada y condenada al fracaso desde su concepción.

Para empezar, ‘Siete Samurai’ no es un western, a pesar de que se desarrolla en un pequeño pueblo en un Japón medieval. Es más bien un film de acción y aventuras con un marcado sentido dramático.

Sin embargo, esta nueva versión del director Antoine Fuqua se ufana en decir que la misma está basada en el film Japonés – lo cual no deja de ser cierto en un sentido amplio– pero al hacer esto la reactualización de dicha historia desconoce casi por completo la existencia del icono Western de 1960 protagonizado por Steve McQueen y Yul Brynner.

En otras palabras, es como si la película que dirigiera John Sturges nunca hubiese existido, y como resultado, lo que se ha creado ahora es algo completamente nuevo. Falso.

Y desde ese enfoque errado comenzaron los problemas.

the-magnificent-sevent-2016-1Esta nueva versión de Los siete magníficos, eso es en efecto lo que es o pretende ser, y no un ‘remake’ de ‘Seven Samurai’; cuenta en esencia la misma historia que la anterior: en 1879, un grupo de agricultores de un pequeño pueblo deciden contratar varios pistoleros para que los defiendan de los vejámenes y abusos de un cruel y despiadado comerciante.

El film del director Fuqua además, está mucho más cerca de aquella versión de los sesenta, en términos de ambientación y estilo –aunque no alcanza la dimensión, el sentido épico o la majestuosidad de su predecesora– que de ‘Siete Samurai’.

Es por ello que no se entiende la negativa de los realizadores de esta reactualización del viejo film, de no abrazar con entusiasmo los aciertos de aquel clásico del género Western.

Y esto es particularmente notorio en lo que se refiere al uso de la música original de Elmer Bernstein que por siempre identificará la película. Estos enérgicos y triunfantes acordes no tienen prácticamente relevancia en el film, precisamente hasta que éste no termina.

Pero en fin, esta versión moderna de ‘Los siete magníficos tiene problemas mucho mayores que ese. Aunque abundan los caballos y la historia tiene lugar en un ambiente campestre, uno no siente que la película sea propiamente un Western. Por momentos deja la impresión de ser un rocambolesco film de acción de los ochenta en el que los muertos se cuentan por decenas y a nadie le importan.

the-magnificent-sevent-2016-2Hay pequeños cambios esta vez, como la nacionalidad del villano, que ya no es mexicano, la composición de los pistoleros y la forma como estos son contratados. Pero ninguno de estos elementos resultan particularmente atractivos o son presentados de forma imaginativa, o con algún sentido de inspiración.

Lo único realmente nuevo en Los siete magníficos del director Fuqua es algo que salta a la vista y se desprende del singular elenco: la diversidad del mismo. Contrario al reparto ‘todos blancos’ del primer Magnificent, ahora tenemos casi un representante por cada raza: además de los blancos, naturalmente, también hay un asiático, un latino, y un indio, y por supuesto, un negro en el personaje central.

Ahora bien, de lo que carecen estos caracteres no es de personalidad, puesto que algunos sí la tienen –Vincent D’Onofrio, Peter Sarsgaard, por ejemplo– sino que el guion sea tan pobre y esquemático que no dé a ninguno suficiente consistencia y propósito.

Los personajes se ven diferentes y lucen bien. Sin embargo, carecen de una fuerza interior que los impulse y los defina. Denzel Washington, por ejemplo, refleja una aparición diabólica mientras recorre a caballo y con sigilo, vestido de negro y con su sombrero hasta las cejas, la principal calle de un pueblucho en el que una balacera está a punto de ocurrir. Lamentablemente, lo que representa esa estampa es el único valor y acierto de su actuación.

En Los siete magníficos, solo Sarsgaard que compone un villano desalmado y repulsivo, y en menor medida D’Onofrio, a cargo del toque de humor del film junto con Chris Pratt, consiguen hacer notables sus personajes, logrando de esta forma elevar el film ligeramente por encima de la mediocridad.

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